|
La nit, encara, a la gorja del Tajo sota la ciutat |
«Y ella [Clara] le habrá contado que al final he venido a España mucho más tarde de lo planeado en cualquier caso y también por desgracia demasiado tarde para la estación del año. Toledo (en eso no me equivocaba) llegó a conmoverme muchísimo, de un modo indecible, me afectaba como si fuese algo mío, mi propio corazón; no me sucedía algo así (puedo decir) desde el viaje a Rusia. Llevaba allí cuatro semanas, pero entonces se entrometió el frío y mi salud no tenía la suficiente resistencia para soportarlo en buenas condiciones, menos aún estando en España. Querido amigo, es difícil hacerse una idea de esa ciudad tan asombrosa, ni siquiera el par de representaciones del Greco alcanza, con todo lo fantástico que es, esa aparición salvaje, incontenible que se alza al cielo en medio de feroces montañas y como estrangulada por la serpiente del Tajo. No sé si ha visto usted alguna vez el Laocoonte que se encuentra ahora en la Pinacoteca de Múnich. Es tan incomparable, tan genial representar así esa ciudad, en cierto modo como si el escorzo de los brazos y las serpientes constituyera el marco idóneo para dejar entrever sus detalles.»
Rilke a Karl von der Heydt
«Finalmente, por puro desconcierto, por instinto y también por haber arrastrado aquel impulso durante años, se forjó e mí por fin la decisión de viajar por España o, más concretamente, de pasar una temporada en Toledo. Y llegado allí, me vi expuesto casi sin aliento a lo que siempre había esperado e incluso a aquello que excede cualquier expectativa, me sentí arrancado a la apatía y de camino a una mayor participación en un costado definitivo de la existencia. No hay palabras para explicarte cómo esa ciudad se levantaba delante de mí, en mitad de un paisaje indómito y como sobrepasando todas las cosas, abriéndose siempre paso a lo siguiente, a lo que un instante antes no habría sido ni siquiera soportable, castigando y alentando a un mismo tiempo, como Moisés, que descendió de las montañas con sus cuernos de luz; y así también me iba trayendo al recuerdo todo lo más preciso, lo más puro, lo más seguro, lo más fuerte que en mi vida ha habido jamás.»
Rilke a Lou Andreas-Salomé
«Puede creerme que en esa ciudad indescriptible la tensión entre todas las cosas que la componen es equivalente a la que se da entre una aparición y aquel al que se le aparece, un mutuo no poder creer, un exhausto estar enfrente del otro. Es el espanto mismo lo que eleva las torres, es un grito lo que hace a los portones ser lo que son, una condescendencia la que tiende los puentes, y todo ello sin posibilidad de relajarse, porque lo que tiene delante es un monte terrible en torno al cual, al fondo, un río ata su nudo, como estrangulando, y los puentes, que como cerrando los ojos alcanzan el más allá y lo miran, se encuentran enfrente de la naturaleza más arrebatadora: hasta el camino que obedientemente han ofrecido se cubre pronto de tupida maleza y se da la vuelta enseñándoles los dientes.»
Rilke a Helene von Nostitz
Què puc afegir-hi jo? Una de les coses que t'aporta la lectura és que t'ensenya a mirar més enllà del que tens al davant: veus això mateix, però ho veus també a través dels ulls d'altri, et fixes amb detalls que potser, de no haver llegit res a sobre, t'hagueren passat desapercebuts. Dit d'altra manera: veus la mateixa realitat que un dia va colpir un altre, però les sensacions que et desperta s'entremesclen amb les que va suscitar a aquell que les deixà per escrit.
La intenció inicial era arribar a Toledo ben d'hora per estar puntual davant de la catedral a les deu, quan l'obrin. Però alguna cosa em va fer canviar d'idea: em van venir més ganes de contemplar Toledo des del mirador del Valle i tenir al davant aqueixa visió que va enlluernar Rilke. Des del puente de Alcántara els edificis de la ciutat anaven deixant-se veure entre les penyes fins que, en passant l'arroyo de la Degollada, aparegué just el que Rilke descrivia: a l'esquerra, una natura agrest, inhòspita i salvatge s'enfrontava a l'urbs penjada de la roca, penjada literalment sobre el riu que l'estrenyia. Després d'estar-m'hi una estona i rellegir els textos que he transcrit, vaig entrar a Toledo per la puerta de Alcántara, lloc per on ho havien fet els pelegrins en altres temps.
En acabar d'esbudellar-la vaig decidir anar novament al mirador des del puente de San Martín. Una bona passejada, i més cansat com estava, però pagà la pena: quin millor regal per acabar el dia que anar veient com la llum canviant preparava la ciutat per a la nit? La meua primera jornada a Toledo va començar i acabar en el mateix lloc: el mirador, els llibres.
I ara em pregunte si era jo qui em commoguí o ho havia fet Rilke de nou a través de mi...
|
Alcázar i església de Sant Lluc, vora la muralla |
|
La catedral, com un gran vaixell. Al fons, a l'esquerra, Sant Marc i l'església dels jesuïtes. |
|
La nova perspectiva deixa veure l'església de San Román |
|
Natura indòmita |
|
Restes de l'aqüeducte romà de Toletum |
|
Puente de Alcántara
|
|
Entrant per la Puerta de Alcántara |
|
Pont de Sant Martí |
|
San Juan el Real, com una flama |
|
Agrest |
|
San Román, jesuïtes i San Marcos coronen les cases amuntegades sobre la muntanya |
|
Encesa dels llums! |
|
Nit |
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada