aNDRòMiNa: Cinctorres: la ruteta de les tres ermites

30 de juliol del 2024

Cinctorres: la ruteta de les tres ermites

Cinctorres des del camí de Sant Marc

Per cloure la meua escapada als Ports, decidí fer una nova caminada: aquesta vegada més curta, més planera, però no per això menys impressionant. Els paisatges que es van obrir al davant meu eren tan impressionants! Partint des de Cinctorres, vaig traçar sobre el mapa una ruta que, novament, passava per tres ermites: el Pilar, Sant Marc i Sant Pere Màrtir. Abans d'això, però, vaig fer un intent de veure la sostrada mudèjar del santuari de la Mare de Déu de la Font de Pena-roja de Tastavins, a un tir de pedra de Morella, però no hi hagué sort... Caldrà tornar-hi!

Camino viene de una palabra celta muy antigua que significaba paso. Damos pasos con los pies y las piernas, y damos pasos con la vida y en la vida. Una de las lecciones espontáneas de todo humilde camino de campo es que para pensarnos a nosotros mismos no conviene obsesionarse demasiado con la introspección de la interioridad. La interioridad, opuesta a la exterioridad, no es una buena clave para comprender nuestro vivir. Sin embargo, el camino sí. El camino está abierto y al mismo tiempo invita al recogimiento. El aire del camino oxigena los pulmones y el alma. Por nuestros pies, paso a paso sobre la tierra, sube el efecto benefactor acumulado en esta inmensa horizontalidad sostenedora.

El camino, juntando cielo y tierra, conduce al recogimiento. Y saber recogerse muestra una madurez espiritual que nada tiene que ver con el mencionado cierre solipsista. Recogerse significa no quedar ni disperso ni confundido en movimientos masivos que despersonalizan. Uno puede recogerse tanto en la celda de un monasterio como en el camino de campo. Tanto la celda a través de la ventana como el camino —todo él ventana— están abiertos. Es ahí donde cabe recogerse: en la apertura de las relaciones fundamentales.

Josep Maria Esquirol: La escuela del alma.

Un buen caminante no deja huellas. La huella indica un rumbo determinado. Y este señala un autor y su intención. El caminante de Lao Zi, en cambio, no persigue ninguna intención. Y no va a ningún lugar. Se camina "sin rumbo". Se funde totalmente con el camino, que a su vez no lleva a ningún lado. Solo en el ser surgen huellas. El topos fundamental del pensamiento del Lejano Oriente no es el ser, sino el camino (dao). Al camino le falta toda la solidez del ser y de la esencia que darían lugar a las huellas. Y no hay teleología que lo fuerce a seguir un trayecto lineal. El dao no es un poros [camino que tiene una meta]. Está, entonces, libre tanto de la posibilidad de la posesión como de la imposibilidad de la aporía. Es decisiva esta diferencia entre ser y camino, entre habitar y caminar, entre esencia y ausencia. A diferencia del ser, el camino no admite una unidad sustancial. Su procesualidad infinita impide que algo subsista, insista o persista. No surgen, entonces, esencialidades fijas. También el alma insiste. Como si estuviera compuesta de huellas. La ausencia las borra. En eso consiste el vacío.

Byung-Chul Han: Ausencia. Acerca de la cultura y la filosofía del Lejano Oriente.

Com menys memòria, més passat.

(...)

I finalment, quant de passat és capaç de suportar una persona?

(...)

Si no existim en la memòria de ningú, podem dir que existim?

Gueorgui Gospodínov: El refugi del temps.

PENA-ROJA DE TASTAVINS