L'herba és mortal. Els hòmens són mortals. Els hòmens són herba.(Bateson)

13 d’agost del 2024

(N7) Muntanyes navarreses (1): endinsar-se en el misteri del bosc


H.R. - En mi opinión, hay resonancia si y sólo si se satisfacen cuatro criterios. Primeramente, la afección. Debe afectarme alguna cosa del mundo exterior: un paisaje, una música, una persona, un acontecimiento. En segundo lugar, la resonancia está acompañada de autoeficiencia: el sujeto afectado se siente capaz de responder, va a reaccionar. (...) En tercer lugar, y eso se desprende de lo precedente, hay una transformación: la resonancia aporta algo nuevo. (...) En cuarto lugar, la resonancia no es indisponible, no es planificable. Puedo comprar las entradas de un concierto en el que toca una orquesta excelente pero la música quizás me deje indiferente, la resonancia no se consigue por encargo.

[...]

A.L. - Vayamos a por el segundo eje: la resonancia vertical. ¿De qué se trata?

H.R. - Es la experiencia de un encuentro con un esplendor y una belleza que nos superan, con el mundo en sí mismo. Ese cielo estrellado, esa puesta de sol, esa sinfonía... son tan sobrecogedores que nos transportan más allá de nosotros mismos.

A.L. - Cuando dice usted que esa resonancia es vertical, ¿es porque implica una especie de transcendencia?

H.R. - Sí, y hablando de eso, las religiones están muy interesadas en mi concepto de resonancia, pero les inquieta un poco. Según creo, las grandes religoines monoteístas proponen experiencias de resonancia vertical a sus creyentes: ésa es la función de la misa, de la eucaristía, de las grandiosas arquitecturas de las catedrales, de la música sacra, de la plegaria. El atractivo de la religión se fundamenta en gran medida en esa promesa de resonancia dirigida a los fieles. Sin embargo, considero la necesidad de resonar como algo anterior a la fe y a la religión, es su origen, desde mi punto de vita, y eso es lo que inquieta a los religiosos de mi manera de abordar el asunto.

Així doncs, davant del misteri: afecció, autoeficiència, transformació, indisponibilitat... Això mai pot produir-se a partir d'una resposta, sinó de la perplexitat i recolliment que genera allò inexplicable.

És difícil no «ressonar» en un paratge tan bell com la Fageda Encantada d'Urbasa, a prop d'Atsasu. En realitat, la Fageda Encantada és una petita extensió del bosc on els arbres creixen entre roques que tenen formes sinuoses, misterioses, semblants a les que trobem a la Ciudad Encantada de Conca. Ara bé, l'encanteri s'estén indubtablement al bosc que cal travessar per arribar-hi. 

Vaig arribar fins al cim Bargagain, però era evident que no hi anava a veure res: la boira impedia veure la vall de l'Arakil que, això sí, es va deixar veure des del port de muntanya que vaig baixar amb el cotxe ja de camí a Pamplona.

Al cim... Vistasses!
Olazti
L'Arbara i la vall de l'Arakil